Península Ibérica
Portugal, Extremadura, Murcia y Lérida.
Leer MásPortugal, Extremadura, Murcia y Lérida.
Leer Máspermiten consumir productos tropicales de una manera responsable
Leer MásDentro de la Península Ibérica, las regiones de Extremadura, Murcia y Lérida se caracterizan por veranos calurosos, secos y de muchas horas de luz al día, lo que se convierte en nuestro aliado ideal para el desarrollo de una producción de máxima calidad de fruta de hueso y pepita. Esto, unido a su riqueza medioambiental, sitúa a estas regiones como los escenarios perfectos para desarrollar nuestra producción ecológica con las variedades más adecuadas y de mayor calidad.
La región de Extremadura, situada al suroeste de la Península Ibérica, es históricamente tierra por excelencia del cultivo de fruta de hueso, situándose como una de las principales regiones de Europa para este cultivo. Fruta que se caracteriza por ser de alta calidad y de unas cualidades organolépticas excepcionales, debido a las horas de luz que se dan en esta región se consiguen unas producciones de gran nivel de azúcar y color. La Fruta de hueso es propia de las zonas de poca altitud, desde el mismo nivel del mar hasta alturas de 600 metros. No tienen la necesidad de un largo reposo invernal prefiriendo climas de inviernos cortos y relativamente templados, cumpliendo las "horas frío”; y veranos largos de atmósfera seca, por ser muy sensible a las humedades, ya que pueden favorecer el desarrollo de enfermedades.
Los arboles requieren suelos profundos, bien drenados, ligeros y de naturaleza ácida, ya que sufre con un exceso de alcalinidad, todas ellas características específicas de los suelos extremeños.
La Península Ibérica es desde el punto de vista ecológico, un área privilegiada.
Su situación geográfica, sus espacios naturales, su relieve montañoso, y el retraso en el desarrollo económico, han hecho que se sitúe en el país de la Unión Europea qué más especies tiene de aves, mamíferos y reptiles; y la tercera en peces y anfibios.
En el caso concreto de Extremadura encontramos paraísos naturales apenas modificados por la actividad humana, donde encuentran cobijo muchas especies amenazadas de plantas y animales, o como el caso de las dehesas extremeñas, ejemplo de compatibilidad entre el aprovechamiento y el respeto al medio ambiente.
Canarias ofrece una climatología única en el mundo, con microclimas que abarcan de continental a tropical. Según la zona, Canarias es una región propicia para todo tipo de cultivos desde manzanas a plátanos, pasando por papayas, mangos, granadas y cítricos. La tierra mineral y volcánica, ofrece un sabor único para la producción de frutas y hortalizas, todo ello acariciado por los vientos alisios que soplan a lo largo del año.
El cultivo de frutas tropicales se introduce con la conquista de América, sorprendiendo la aceptación entre la población local, que rápidamente incorporo las frutas tropicales en la dieta canaria, diferenciando la gastronomía local del resto de España desde sus orígenes.
El plátano, la papaya, el aguacate, el mango y otras frutas tropicales han ido ganando protagonismo con el tiempo, diferenciándose del resto de los orígenes por un sabor más intenso.
El Archipiélago canario posee una especie endémica por cada 2 kilómetros cuadrados de superficie. En total hay más de 17.000 especies terrestres y marinas que la sitúan entre las 15 regiones bioclimáticas más ricas en biodiversidad del Planeta. Por esta razón Canarias es reconocida internacionalmente como Punto Caliente de la Biodiversidad Mundial, según la Fundación Canaria para la Reforestación (Foresta).
A esto tenemos que añadir que 3.600 de estas especies son endemismos. Por ello, Canarias posee más de la mitad de los endemismos vegetales del país. Durante la última década, en las Islas se ha descubierto una especie o subespecie nueva, cada 6 días.